domingo, 18 de enero de 2015

Alejandro un hombre demasiado simple



La vida a veces nos regala cosas maravillosas decía Alejandro a su amigo Sebastian. A mi me ha regalado hijos, expresaba estas palabras mientras Laurita la más pequeña de sus hijos se adormecía en su falda.
Mariana y Nicolas los otros hijos mayorcitos juntaban los platos de la cena.
Tienes razón amigo afirmo Sebastian mientras se servia una copa del buen vino patero que producían en la chacra.
Alejandro se habia hecho cargo de los hijos que había tenido en sus dos fracasados matrimonios; era tres hijos maravillosos.
Su primer matrimonio fue con Lujan, una hermosa joven que conoció en una Ciudad cercana, de esa pareja nacieron Mariana y Nicolas, dos mellizos hermosos, siempre desde pequeños sus sonrisas eran contagiosas, simpáticos, ambos parecían siempre estar de buen humor; la pareja parecía relativamente feliz; el trabajaba en el campo, llegaba al atardecer; lujan era docente, inteligente, relativamente linda ¡¡¡La gordita simpática le decían sus amigas!!! Pero un día se cruzo en su vida un profesor de literatura que la cautivo, era tan fino, educado y culto que fue muy fácil enamorarse.
Alejandro era un hombre demasiado simple; si uno lo comparaba con el profesor Lucas Sartoris, el resultaba más interesante y así sucedió; ella llego un día al campo, preparo su valija y se marcho con Lucas a recorrer mundo.
Luego conoció a Lucia en un baile del club del Pueblo; ella habia tenido otras parejas anteriores pero siempre miro con simpatía Alejandro y decidieron formar pareja, al poco tiempo nacía Laura, una niña hermosa; la vida parecía sonreirle al campesino.
Quizás fue el lugar: Vivir en el campo significa renunciar a comodidades, alejarse un poco de la vida pueblerina; lo cierto es que Lucia se harto de esa vida simple de campesina; ella no había nacido para hundirse en un campo y se marcho.
Alejandro quiso retenerla, decirle que en un tiempo más comprarían una casa en la Ciudad y que ella se podría ir a vivir allí, que el seguiría en la chacra trabajando pero que pasarían juntos el fin de semana, que la amaba.
Pero ella no cambio su decisión y el quedo allí solitario junto a sus tres hijos.
Sebastian conocía esa historia como la palma de su mano.
El también como Alejandro un día creyó en el amor y también se equivoco de media naranja; o sera quizás  que algunas mujeres aun no han entendido que la felicidad suele encontrarse con mas facilidad en las cosas simples de la vida
Nestor Omar Salgado